TEXTOS NAUFRAGOS

¿Qué devela el Regional?

Los Salones Regionales de Artistas (en adelante SRA) han tratado de señalar para el público, desde sus inicios en los años setentas, un camino pedregoso para descubrir cada tanto un grupo de obras y creadores de todo el país. Son una estrategia para hacer circular las prácticas artísticas desde la periferia geográfica hacia el republicano centro andino. Con una división en regiones culturales, que recuerda los tiempos de los Ferrocarriles Nacionales,  apoyada en el atlas físico, se trazaron estas delimitaciones plásticas: Caribe, Pacífico, Centro-Occidente, Centro, Oriente, Orinoco-Amazonía y Sur. Cuando lograron su consolidación e integración en los noventas, con el Salón Nacional de Artistas de CORFERIAS, cayeron de manera casi inmediata en un periodo de decadencia que extendió su agonía hasta los finales de la década pasada.
Estos eventos comenzaron a ver su ocaso periférico cuando se determinó descarrilar la máquina incluyente nacional para convertirla en un tren bala de papel, exclusivo, que se pudiera presentar de nuevo al público como una Bienal internacional, como ocurrió a partir del Salón “Urgente” montado en la ciudad de Cali en el año 2008. Al tiempo que la Feria de arte de Bogotá, de nuevo en los mismos pabellones de CORFERIAS pero con galerías, y el MDE de Medellín reclamaban la atención, los presupuestos y el cubrimiento mediático en los últimos años, los SRA volvieron a sus inicios, a redescubrir por sí mismos sus justas proporciones marginales. Ahora, en esta composición actual parecen observar, sin afanes, los procesos de algunos artistas locales con los pretextos que la investigación de turno planteé en cada ocasión.
Se pueden considerar, analíticamente, las equidistantes producciones endógamas que han señalado las últimas curadurías, con temas recurrentes como el paisaje o la identidad santandereana que son profundamente conservadoras, marcadas por la precariedad y la austeridad. Es preciso definir entonces la primera palabra, desde una de las definiciones del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, endogamia: actitud social de rechazo a la incorporación de miembros ajenos al propio grupo o institución. Esta característica heredada desde el siglo XIX, cuando se ejerció la práctica de casarse con los familiares para tratar de mantener la propiedad de los terrenos en medio de la continua depredación de las guerras civiles, se filtró hasta el inicio de este siglo XXI. Las prácticas circulan en pequeños guetos, que se legitiman en su interior para negar al otro, y por el contrario se profundiza en ellas la falta de coherencia y una actitud acrítica.
En ese escenario se fortalecen las iniciativas autogestionadas que aparecen en uno de los equipos del último SRA, Zapping, que se conformaba con el director de Galería LaMutante en diálogo con un novel curador y filósofo, Martín Camargo. Varios de los dispositivos desplegados en esa ocasión recurrían a los mecanismos usados en los proyectos en contextos específicos previos, que venía desarrollando esa plataforma local. Y en el caso de este último Regional con Zonar: estar en situación, perforar contexto crudos,  que según Cuatro Cubos Crudos se trató de una traducción realizada por Oscar Salamanca, curador solitario a su vez de una edición de los SRA de la década pasada.
En la misma fuente bibliográfica de endogamia se encuentra la definición de precario: de poca estabilidad o duración y que no posee los medios o recursos suficientes; que se tiene sin título, por tolerancia o por inadvertencia del dueño. Estas señales se pueden encontrar en los procesos que no observan ninguna continuidad en el tiempo y en los artistas que con recursos tan limitados apenas sobreviven para esperar la próxima convocatoria. A su vez, una arbitraria división entre académicos y autodidactas, que en orden ascendente no encuentran una autoridad que pueda discernir entre las dos, se convierte en un requisito que no justifica las poquísimas anomalías que han logrado insertarse en los circuitos nacionales o internacionales, o en la representación comercial de una galería consolidada. No se  ahondará en este texto en el tema del manejo curatorial del Museo de Arte Moderno de Bucaramanga respecto de estos artistas destacados por los SRA y su programa de Artistas de la Década.
Los artistas han tenido que convertirse en curadores de facto y críticos sin credenciales. En los casos más afortunados estos exhiben algún título académico y una práctica artística que con frecuencia coincide solo con las esporádicas convocatorias. Así, los procesos que deberían encontrar las investigaciones, a menudo se sostienen en el andamiaje ambiguo del comisario de turno que configura un guión que se instala en la ficción. Esto no es, ni mucho menos, un rasgo negativo pero dificulta en el largo plazo la labor de la indagación posterior que no se encuentra con tangibles a los cuales referirse en su registro. Por esta causa la precarización de los argumentos curatoriales, que se superpone a la emergencia de las nuevas propuestas, queda borrada para la siguiente edición del SRA y la nueva cuenta omite la base del pasado reciente.
Y por último, austero: severo, rigurosamente ajustado a las normas de la moral; sobrio, morigerado, sencillo, sin ninguna clase de alardes; agrio, astringente y áspero al gusto; retirado, mortificado y penitente. Estos últimos rasgos, en cambio, otorgan un aura mística a los practicantes regionales. Algunos incluso recurren a una ética, en abstracto, sobre la que construyen un sistema de valores dinámicos que apenas alcanza a disfrazar sus carencias y auto-limitaciones. El ataque personal, el chisme y la zancadilla, comunes en todas las profesiones, y especialmente entre artistas, se une a una profunda vocación individualista producto del resentimiento y la exclusión mutua. Con poco sentido del humor y demasiada importancia personal, los títulos de maestra y maestro recogen la escasez de la pobreza y un cierto sentimiento superficial de reconocimiento, que se promueve abiertamente desde la academia. Pero por supuesto están lejos del significado de doctora o doctor.
Las obras, producidas en este entorno, están sujetas a los espacios reducidos de unas cuantas salas inapropiadas. Además están contenidas por causa de las mentalidades que se adaptan a esas tres características generales mencionadas en los párrafos anteriores: endogamia, precariedad y austeridad. Las propuestas no mueven ya las fibras de la política, limitada como tema a un asunto de corrupción, de activismo o de miopía electoral, y tampoco ponen en cuestión los asuntos centrales de la comunidad; por el contrario evidencian, en la mayoría de los casos, la inmediatez y la poca profundidad que refuerza la apatía del público que termina percibiendo esas debilidades. En otras ocasiones las investigaciones se encuentran a su paso con proyectos que no proponen una presencia rotunda en la sala o en el espacio público. Y con ese panorama hay que hacer lo que se puede con lo que se tiene, aceptar de nuevo esos límites que nos ubican de forma definitiva en la provincia, en el borde, en el margen. Sin ninguna posibilidad de interacción externa que no provenga del propio desencanto, de la reacción o de la posibilidad de organizarse para trabajar en conjunto.
Finalmente el debate entre los oficios y las especulaciones conceptuales no le ha aportado nada más que una paleta empobrecida de lugares comunes a las nuevas generaciones. En este sentido, para mencionar solo un tema, la oportuna discusión sobre la injerencia del mercado y el auge ferial sobre las procesos más débiles, como los que señalan los SRA, se ve desviada a unas generalidades totalitarias que pretenden limpiar el bien matérico del mal conceptual. Especialmente si se recuerdan las pírricas oportunidades comerciales de los artistas de la región en un contexto que no reconoce la necesidad del arte y de los artistas en el núcleo mismo del sistema social. Así, los creadores más rezagados parecen encontrar una justificación que niega la exploración, infiel, de las ideas como parte de la transformación artística de la realidad. Aunque en su mayoría estos solo buscan la simple inclusión, el reconocimiento que les niega un medio cultural no muerto, que se parece a un zombie que atesora las pasadas glorias del siglo anterior.
En conjunto, las últimas ediciones de los SRA están lejos de propiciar un cambio en el campo del arte expandido que pudiera, por ejemplo, convocar fuerzas en la construcción social necesaria para la vida en un posconflicto, o en los cambios urgentes en nuestra educación para formar ciudadanos sensibles al cambio, la adaptación y la innovación. No se puede pedir eso a nuestros artistas en estos momentos si se piensa en lo que reciben a cambio. A pesar de esto, los SRA entablan un verdadero diálogo inter-generacional amplio, que permite revisar y reconocer algunos esfuerzos individuales. La utilidad le fue sustraída a los artistas desde la segunda década del siglo pasado cuando El Lisitski proclamaba que la función del arte era organizar la vida, y la Bauhaus presentaba, por el contrario, un currículo que separaba al arte, del diseño y de la arquitectura. Hoy la pregunta que plantea el título debe responderla cualquiera, pero solo construye el que aporta, el que se compromete desde cualquier esquina.

Alberto Borja



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Lecturas del otro lado del río
Aproximaciones desde la distancia a la curaduría Zonar

Por: Osvaldo Barreto Pérez



Ese crepúsculo, soñó con la estatua. La soñó viva, trémula:
No era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos
 criaturas vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad.
…En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.
Jorge Luis Borges.


Aproximaciones no sin pretensiones
 Estoy a unos 250 kilómetros de Bucaramanga pero solo a unos segundos en la web para acercarme al “15 Salón Regional de Artistas Zona Oriente”, específicamente la curaduría titulada “Zonar: Estar en situación, perforar el contexto”. En este ejercicio escritural que realizo desde la distancia, desde el otro lado del río Táchira, más allá de la frontera colombiana, me propongo plasmar las impresiones que este evento artístico suscitó en mi a través de su puesta mediática que inicia desde la convocatoria y sus respectivos procesos de socialización hasta la inauguración de la muestra y otras actividades que complementan el ejercicio curatorial. En esa medida esta visión no puede ser más que una aproximación en el sentido riguroso del término y al mismo tiempo un ejercicio de lectura del arte a través de su difusión en los medios que en este caso fueron: Blogs, redes sociales, videos y fotografías colgadas en sitios web, así como noticias y promocionales emitidos por internet. Entendiendo que cada obra de arte se completa con la mirada y feedback de un espectador, de igual manera sucede con una práctica curatorial, solo que esta vez, esa mirada trata de reconstruir un conjunto (la curaduría) fragmentado o disperso a través de los medios que se escogieron y usaron para su visibilización.
 Al tratar de articular el conjunto de eventos que integran la propuesta he percibido múltiples aristas de las cuales intentaré desarrollar tres, que a mi juicio considero las más interesantes, estas son: la región, lo indeterminado y la frontera.

Curar la idea de Región
 Desde la convocatoria la región denominada Oriente parece estar bien delimitada (Norte de Santander, Santander y el Estado Táchira, Venezuela). Incluir al estado Venezolano del Táchira deja entrever un concepto amplio de región, como artista venezolano veo en esa inclusión, además de una deferencia, una comprensión de la realidad fronteriza que evidentemente va mucho más allá de la geografía política, se trata de una confluencia de pueblos en la que las hibridaciones culturales reterritorializan constantemente ese espacio ambiguo que es la frontera.
 ¿Queda representada y mapiada la región en las exhibiciones y actividades realizadas por la curaduría?
Se evidencia un gran esfuerzo en este sentido, sobre todo a través de la Galería Sisben, un proyecto que catalogaría como socialista por ser tan inclusivo, ya que abre las puertas de par en par para recibir y mostrar la producción artística de una región sin someterla a filtros o valorizaciones estéticas hegemónicas, logrando un paisaje bastante fidedigno, sin embargo este tipo de muestras suele recibir criticas respecto a calidad, pues al ser tan inclusivas anulan el concepto curaduría tornándose en anti-curadurías. Pero, lo curioso en este caso es que el proyecto también conservó la curaduría tradicional, donde hay una selección mediante un jurado, tornándose más rigurosa respecto a juicios de valor y criterios estéticos, este tipo de curaduría siempre ha generado élites artísticas (para bien o para mal), y mucha exclusión, generando molestias y rechazo en una mayoría a favor de una minoría; es el arte como competición, y sin embargo también genera una panorámica de región, por la orientación que generan los ejes temáticos. Lo interesante aquí es haber confrontado las dos caras y creo que desde la curaduría Zonar debería generarse una reflexión escrita donde se sopesen a profundidad los alcances, limitaciones y percepciones así como los matices que generan ambas modalidades y su relación o pertinencia con el contexto desde lo político, lo social y lo artístico, algo a manera de conclusiones para que la investigación, sometida a la praxis, brinde desde lo teórico nuevas perspectivas en la concepción de estas prácticas, así como las consideraciones respecto a la idea de región que ambas son capaces de generar.

El espejo de lo indeterminado
 En un vuelo rasante a las obras, a la apariencia que desde afuera nos presenta la curaduría y a su puesta en la escena mediática, he percibido desde la distancia una noción de lo indeterminado, un espíritu lúdico e irónico representado a través de un dado en cuyas caras se lee: dizque arte, casi arte, arte. Vemos que la intención desde el principio o el principio de la intención es sembrar la duda, la ironía, el auto-cuestionamiento, en fin: La indeterminación.
 Desde lejos he tenido la sensación de que muchas cosas de las que pasaban parecían inconexas, y seguramente lo eran, pues desde mi parecer ese concepto es parte fundamental de la propuesta. Lo variopinto de la convocatoria, la desarticulación de la identidad visual usando en cada evento una identidad distinta, incluso varias distintas para un solo evento, como ejemplo: La galería Sisben en su itinerancia tuvo mas de tres afiches totalmente distintos: en uno había la foto de un hombre con un cartel, en otro se repetía una cabeza con lentes que gritaba y otro mostraba la simplificación geométrica de una montaña.
 Muchos de mis colegas artistas venezolanos, le dieron la espalda a la convocatoria, pese a la socialización que se realizó en San Cristóbal, porque sentían que la propuesta era confusa y/o enrevesada, su respuesta a la indeterminación fue la autoexclusión. En este sentido he de confesar que en varias oportunidades me he sentido igualmente desconcertado y desorientado al punto de no saber lo que se está planteando, pero tanta ambigüedad, que no es mas que el reflejo de nuestro tiempo, se agradece en función de entender nuestro ambiguo contexto como el pastiche posmoderno que es. Sin embargo esta indeterminación para quienes la plantean puede que no sea tal, incluso para mí que seguí de cerca (aunque de lejos) los acontecimientos, tuve la sensación de que la indeterminación se esfumaba, pero supongo que desde donde hago la apreciación (lo mediático) esa indeterminación se mantiene. Así pude observar que dentro del evento se generaban otros eventos y dentro de estos eventos otros mas, al mejor estilo borgiano de las ruinas circulares, ejemplo de ello es que dentro de la galería Sisben se realizó  la muestra internacional de video-arte llamada NIO, el proyecto Disangelio 10 y performances que se constituían como otros eventos dentro de la convocatoria, en ese sentido esgrimo la siguiente pregunta ¿Cómo plantear, leer, controlar y evaluar el efecto de atomización que genera un evento dentro de otro evento respecto a un evento “central”?.
 Esta aproximación que realizo al planteo curatorial pasa por un corpus mediático inacabado, pues la curaduría está en pleno desarrollo, por eso insisto en subrayar la noción de aproximación, pues la curaduría aún tiene mucho trabajo por delante y la muestra central iniciará una itinerancia, por lo tanto el corpus desde donde se realiza esta aproximación está inacabado o en construcción y en esa medida este ejercicio crítico puede servir para revisar y reflexionar entorno al desarrollo e instauración del discurso curatorial cuyo inicio en un espectador-participante (quien suscribe) ha generado la idea de indeterminación.
 La indeterminación es una noción reversible en muchos sentidos, puede representar un atentado necesario cuando va en contra de estructuras rígidas, anquilosadas u ortodoxas, otorgándoles nueva vida y plasticidad, pero igualmente sirve para que estas mismas estructuras se disfracen de lo que no son y se perciban afables y novedosas, ejemplo de ello pueden ser; democracia y dictadura, ambas definidas teóricamente pero en la praxis suele ser común verle a una democracia un rostro dictatorial, estas indeterminaciones obedecen en gran porcentaje a luchas de poder, también es ejemplo de indeterminación la frontera, teóricamente definida pero fluctuante en la realidad.
 Con el arte contemporáneo, el arte se ha hundido en la subjetividad como nunca antes en su historia, a raíz de su desplazamiento al plano racional, el cual inicia con los conceptualismos, alejándose de las nociones kantianas de: lo sublime, la bello, lo anti-semántico, la universalidad, el genio, el Geist. Pero se trata de una subjetividad pervertida por intereses políticos y económicos, procesos viciados de legitimación por motivaciones nada artísticas. Así vemos como el arte contemporáneo y sus prácticas curatoriales son vulneradas en el crisol de lo indeterminado, ese crisol es de una complejidad que incluye lo abyecto y lo inmaculado, no por separado, sino mezclados hasta lo indivisible. Ahora, esta puesta en escena de un discurso indeterminado en el ámbito del arte nos remite a reflexiones que pueden tender a lo abstracto pero que necesariamente deberán plasmar sus contextos, es decir; sus glocalidades.

La Frontera como pontificio
 La palabra pontificio viene de puente y está asociada a lo sagrado pues se usa para denominar a los mediadores entre lo divino y lo mundano, referida a frontera encaja con la noción de puente, no solo desde lo simbólico sino porque en nuestro caso está el puente internacional Simón Bolívar y resulta irónico en lo sagrado porque nuestra frontera ha sido históricamente vinculada a prácticas de profanación. Pero este pontificio no es el de una doctrina, no tiene la rigidez del dogma, por el contrario es un claro ejemplo de permeabilidad, se trata de una frontera imbricada a la manera de un tejido, que cual estructura rizomática; en permanente proceso, sin treguas, con su carácter excéntrico y su heterogeneidad, está siempre generando nuevas realidades como bien suelen hacerlo todas las sociedades, solo que en la frontera la dinámica es más vertiginosa, de allí que la defina como un pontificio de profanación, el cual ha sido expresado a través de varias de las obras seleccionadas, estas obras se vuelven portadoras de glocalidades, en ellas cabalgan algunos símbolos de resistencia, así como los símbolos del deterioro de esas identidades en conflicto. Pensar en Latinoamérica y su arte sin entender la lucha y resistencia de sus culturas locales frente a los procesos hegemónicos globalizantes sería una miopía intelectual, y tratándose de la frontera, ese lugar donde las glocalidades se imbrican, resulta más pertinente la reflexión entorno a lo que somos como pueblo, lo que constituye nuestras identidades, y la orientación de nuestras prácticas artísticas en ese sentido.

Apreciaciones generales y algunas interrogantes
 Una apreciación general y obtenida a través de los medios es obviamente parcial, porque no incluye la lectura de los intersticios, sin embargo me permite aseverar que la curaduría y sus respectivas muestras son equiparables a los planteamientos curatoriales de cualquier otra parte del mundo y gran parte de esta valoración, en cualquier escenario, pasa por lo mediático, justamente por lo que se puede percibir desde afuera, ello no implica que todo sea asertivo y que no hayan deficiencias pero plantea algo significativo y es que el ejercicio artístico de una provincia latinoamericana está en sintonía con el de cualquier otro lugar del mundo, salvando las diferencias presupuestarias que se generan desde los centros de poder, esto evidencia una metodología y una política cultural actualizada y eso no puede decirse de todas las provincias en Latinoamérica.
 Esta actualización o nivelación debe conllevar a una reflexión entorno a las glocalidades, donde resulta pertinente preguntarse por aquellos valores que nos cohesionan como pueblo y de cómo estos valores se vinculan y cómo se ven afectados al ser pasados por dinámicas globales.
 Desde esta aproximación cabe preguntarse ¿Cómo resultará el corpus mediático de la curaduría? Es decir ¿Qué va a quedar en los medios al concluir el proyecto? A lo cual sugiero, como espectador en la distancia, que se profundice mucho más en la arista documental que permite el video, ya que todavía están a tiempo, entendiendo que inicia una itinerancia: más entrevistas, más impresiones del público, más sobre lo que piensan los críticos, en general más opinión y opinión aguda.
 Por último dejaría en el aire esta pregunta:
¿El paisaje generado por las obras de arte expuestas realmente constituye una revisión profunda de las nociones de región y frontera?


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EXPERIENCIAS DEL PEREGRINO EN EL
XV SALÓN REGIONAL DE ARTISTAS ZONA ORIENTE
 “Estar en situación, perforar el contexto”


El salón regional de artistas zona oriente “Estar en situación, perforar el contexto”, fue inaugurado el 15 de mayo de 2015 de manera simultánea en cuatro salas diferentes de la ciudad de Bucaramanga.

Esta muestra contó con la participación de 21 artistas y la curaduría estuvo a cargo del colectivo “Cuatro cubos crudos” integrado por Henry Buitrago, Miguel Ángel Gélvez, Walter Gómez y Oscar Salamanca.

El equipo de curadores me formuló la invitación a participar en el salón, y esto me permitió, además de presentar mi trabajo sobre las problemáticas relacionadas con el asbesto a nivel nacional e internacional, poder acercarme a entender ciertas dinámicas que están en juego desde el campo de las artes visuales.

La ciudad no es ajena a la precariedad habitual que se instala en los marcos institucionales que deben soportar la actividad artística del sector. Una incertidumbre que es endémica desde el centro –Bogotá- hacia todo el territorio.

Un artista que abordó este problema, en el marco del salón, fue César Chaparro, quien en una acción pública decidió quemar 24 obras seriadas de diferentes artistas que hacían parte de su colección privada de arte.

En un gesto que se puede calificar de pirómano y suicida, Chaparro convirtió en cenizas su capital cultural que es capital económico, y lo hizo para protestar por toda una serie de demandas insatisfechas para un sector que es mirado con desdén, por parte del componente político y empresarial de la ciudad. Se puede decir que el diálogo cultural que proponen los artistas visuales no es importante para los sectores público y privado.

Frente a la impotencia de un sistema que no dispone de museos ni políticas culturales, sólo queda esta especie de suicidio representado en las obras quemadas.

La infraestructura cultural de las artes plásticas y visuales en la región continúa sin mostrar signos de crecimiento desde hace más de 30 años, y más parece sumergida en el estancamiento. Una institución educativa que en el pasado cumplió un decoroso papel de formación artística (DICAS) desapareció del mapa, desechando la experiencia que la escuela acumuló durante sus largos años de funcionamiento.

A pesar de que en la escena internacional el mercado del arte se está convirtiendo en el peor enemigo del propio arte contemporáneo, por su extraordinaria capacidad para domesticar el disenso que plantean las producciones artísticas, es necesario reconocer que el sistema de galerías comerciales contribuye al fortalecimiento de las escenas locales, al permitir el intercambio económico que resulta vital para que los artistas continúen sus investigaciones.

Pensar una ciudad, sin una galería de arte enfocada en dinamizar las relaciones entre coleccionistas y artistas, solo refleja que no existen públicos interesados en comprar arte, y esta labor de construcción de públicos recae en el Museo. El público en este caso es sólo el público de “consumo simbólico” sin capacidad de compra. Y aquellos que cuentan con capacidad adquisitiva no están interesados en comprar arte. No existe la cultura de comprar arte. Y si este mercado existe, es un mercado completamente informal, en donde los que participan solo compran sobre seguro invirtiendo en marcas como Botero, Obregón, Grau, o en otros casos permanecen estables, seducidos por la mediocridad que impuso la dictadura visual de Mantilla Caballero.

Otro tanto ocurre con el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga, cuya planta física se mantiene igual desde su fundación en 1989.

El grave problema de esta situación es que las artes plásticas y visuales en la ciudad no aparecen articuladas a ninguna política pública, ya sea desde la ciudad o el departamento, lo que provoca que este componente del ecosistema cultural no registre en la agenda de las políticas públicas del departamento o el municipio, y dependa entonces, de la disposición coyuntural que a bien tengan los funcionarios de turno para apoyar proyectos puntuales que surgen sobre la marcha.

El caso del Museo de Arte Moderno de Bucaramanga sirve como ejemplo para ilustrar la situación.

Los principales recursos del Museo dependen de un apoyo que ofrece el Ministerio de Cultura (ochenta millones de pesos anuales) y el arriendo de un amplio lote que hace parte del Museo a una empresa comercial, lo que le representa una suma cercana a los 40 millones de pesos al año. La empresa privada, el municipio o el departamento de Santander no cuentan con una presencia institucional que se traduzca en respaldo económico.

Mientras la actual administración de la gobernación de Santander destina 43 mil millones de pesos para la construcción de un Ecoparque, con un enorme figura de bulto, blanca, que han dado en llamar “El Santísimo” a un costo de 2.600 millones de pesos, el Museo se debate para pagar una deuda de 140 millones de pesos, que le podría costar su existencia si la administración de impuestos decidiera expropiar la casa republicana donde funciona. Dada la estratégica ubicación que tiene el Museo, los constructores se frotan las manos al pensar en las posibilidades urbanas que tal coyuntura podría ofrecer.

El lector se preguntará ¿Y qué tiene que ver esto con el salón regional de artistas?

Bajo una óptica formal, nada, pero visto bajo los contextos que ofrece la crítica institucional, es inmensa la relación que se puede establecer.

El Ministerio de Cultura es la institución que patrocina los salones regionales, y bajo el convenio de salas concertadas le otorga al Museo los recursos necesarios que lo mantienen con vida. Pensar que un Museo serio, ubicado en una ciudad capital con más de un millón de habitantes contando su área metropolitana, y cuyo departamento (Santander) le aporta un 7% en promedio al PIB de la nación, funciona con menos de 150 millones de pesos al año, no pasa de ser un buen chiste.

La ausencia de políticas públicas o su carácter errático, impiden un funcionamiento adecuado a instituciones como el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga. Pero por igual, es importante anotar que la anterior administración en cabeza de Lucila González, dejó más problemas que aciertos. Resulta para todos evidente que la falta de gestión con la Alcaldía o la Gobernación por parte de las directivas del Museo, llevó a que este permaneciera ignorado en las agendas presupuestales de estos dos organismos.

Y aquí uno se pregunta ¿dónde ha estado el Ministerio de Cultura? ¿Cuál es el papel del Museo Nacional como ente que regula la actividad de los museos en el país?

Los estímulos a la producción artística de las regiones son un asunto de importancia para la descentralización y visibilización de procesos culturales, por fuera del marcado acento centralista que Bogotá impone. Sin embargo, este tipo de políticas no son integrales si desconocen o pasan por encima de temas tan fundamentales como son las condiciones de formación y producción de los artistas, y los espacios físicos con los que cuentan las diferentes regiones para exhibir y circular las propuestas de los artistas y curadores.

El Instituto Municipal de Cultura en Bucaramanga, el ente llamado a articular y dirigir acciones para solucionar este tipo de problemas, se limita a repartir exiguos presupuestos para apoyar eventos coyunturales que llegan a su mesa de trabajo bajo la figura de proyectos. Sin embargo, Bucaramanga no cuenta –lo repito- con un lugar adecuado para exhibir obras y propuestas de arte contemporáneo. La sala del Instituto Municipal es vergonzosa, improvisada y el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga continúa con las mismas dos salas raquíticas que posee desde su inauguración, hace más de 25 años.

Salas como la del Colombo Americano o la UIS Macaregua –donde exhibí- dependen de la buena voluntad que aportan este tipo de organizaciones (públicas o privadas da igual en este caso); sin embargo, no es el papel de ellos ofrecer o solucionar estos graves vacíos institucionales, ni tampoco ofrecer la cobertura adecuada para exhibir precisamente los resultados que salen de las prácticas artísticas contemporáneas.

El Instituto Municipal de Cultura en el informe de rendición de cuentas del año 2014, presentado por la Alcaldía de Bucaramanga, se propuso como principal reto –entre otros- poner en funcionamiento la Escuela Municipal de Artes de Bucaramanga, con programas en teatro, danza, música, artes plásticas y literatura. Esta promesa se cristalizó con el lanzamiento de 800 becas durante este año, mediante la cual ofrecerá 57 procesos de formación artística[1], entre ellas, artes plásticas. Es de esperar que esta oportunidad que se abre, termine cristalizada más adelante en una verdadera escuela de formación en artes.

La meta inmediata entonces, es recuperar los años perdidos por el Museo bajo la preocupante dirección de Lucila González, quien aisló la institución de los mecanismos de gestión cultural que le habrían permitido alcanzar importantes transformaciones en su planta física al menos.

El viraje del artista moderno hacia las prácticas artísticas plantea un reto y un mayor compromiso de las instituciones, para adecuar sus políticas de exhibición. Si los artistas ya no trabajan sobre medios específicos, los Museos deben igualmente integrar en sus salas las condiciones necesarias, tanto técnicas como espaciales, para que estos nuevos lenguajes sean exhibidos de manera adecuada, y de esta manera, se articule un mejor diálogo con los nuevos públicos que están por construirse alrededor de las prácticas contemporáneas.

A nivel pedagógico, y con el fin de las vanguardias, la academia ha requerido adecuar sus estructuras de formación a los desafíos que los nuevos movimientos en el arte imponen a los viejos modelos, donde la obra dejó de gravitar exclusivamente alrededor del objeto mismo, para activar otros campos de sensibilidad en el espectador.

Por ejemplo, se volvió común hablar de procesos antes que de productos terminados, en buena medida porque la realización de objetos dejó de ser un fin, para convertirse en un medio atado a otro tipo de interacciones que dan cuenta de los intereses que motivan al artista, descentrados de la producción de “obra” u objeto artístico.

Me llamó poderosamente la atención encontrarme con el medio artístico de Bucaramanga, y percibir aún el gran interés que despierta la investigación que desemboca en el objeto artístico como fuente principal que concentra los valores que el artista busca comunicar.
La noción entonces, se ha concentrado en indagar los diferentes tipos de tensión del espacio social bajo múltiples dimensiones, es decir, políticas, económicas, culturales, para estetizarlas antes que para develar posibles líneas de información y acción sobre el territorio en discusión.

En este caso, se debe retomar esa eterna discusión sobre el valor de uso que tiene el arte, cuando se invocan sus extraordinarios y muy románticos poderes para alterar la sociedad. Parapetado el artista en la tarima ilusionista que proveen ciertas instituciones – el Museo, la galería, el cubo blanco-, se le otorga a la dimensión simbólica una cuasi calidad mágica de agenciar en el espectador, las promesas de una redención que nunca llega. Porque la promesa del arte, especialmente cuando se adentra en el terreno de lo político, como reflejo de estructuras objetivas, debe mediar su agenda con los componentes jurídicos, científicos, laborales de la esfera pública.

Una línea de trabajo urgente, se podría decir, es rescatar al Museo de su autismo y para ello, el papel que pueden jugar los nuevos agentes del sector es importante, en especial los artistas, curadores y gestores. Paralelo al proceso de fortalecer el equipamiento cultural del sector, es necesario elaborar unas políticas de Estado que se inserten en la letra menuda que guían el desarrollo del devenir artístico, y para ello es fundamental, que más allá de los diferentes enfoques conceptuales que caracterizan a los agentes, y que son saludables, estos logren actuar de manera concertada a la hora de enfrentar la pereza institucional del componente político cuando de abordar estos vacíos culturales se trata. 

Algunas reuniones que se vienen sosteniendo a este nivel, y promovidas por los mismos agentes del sector, dan luces de que la ciudad puede tener un mejor futuro en este campo.


Guillermo Villamizar
La Candelaria, Bogotá
Julio 21 de 2015


[1] Consultado en internet, julio 21 de 2015: http://www.vanguardia.com/area-metropolitana/bucaramanga/300064-abren-escuela-municipal-de-artes-y-ofrecen-800-becas-para-jove

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EC: ESTRATEGIAS CURATORIALES DE LA ZONA ORIENTE

Durante los últimos meses del año 2010, tras haberse abierto la convocatoria del Ministerio de Cultura para seleccionar los grupos curatoriales que tendrían a su cargo la ejecución de los 14 Salones Regionales de Artistas / Zona Oriente (SRAZO), Martín Camargo y Nicolás Cadavid, constituidos como el grupo ZAP, decidieron redactar una propuesta de investigación curatorial fundada en la pregunta por las formas de producción artística en los departamentos de Norte de Santander, Santander y el estado Táchira de Venezuela –constituyentes de la denominada Zona Oriente, según la distribución administrativa utilizada para este programa expositivo[1]. Un desiderátum motivado por la intención de desvincularse un poco de las denominadas curadurías temáticas, planteadas en las tres versiones anteriores, para evitar así la molesta expectativa de indagar sobre la noción de identidad regional desde frágiles estructuras conceptuales. Fue por este motivo que el proyecto se planteó, en gran parte, como una revisión de las estrategias curatoriales implementadas en los proyectos curatoriales de los 11, 12 y 13 SRAZO, en un afán de reconocer algunos de sus logros sobre un fondo de desenvolvimiento histórico.  

Ø  Vecindades y territorios (11 SRAZO / 2005 - 2006)    

En este sentido, cuando se revisaron los textos de Raúl Cristancho, Regiones no tan transparentes, e Imelda Villamizar, Curar en la región: provincia, territorio e identidad, ambos productos del proyecto curatorial Vecindades y territorios, se hizo evidente lo difícil que fue trazar una idea de identidad artística coherente con la realidad administrativo-política de la región. Sobre todo porque la heterogeneidad de las prácticas artísticas en los diversos ámbitos locales, los llevó a reconocer que la región era equivalente a una serie de ficciones parciales y no a una representación definitiva de lo real. Un reconocimiento que, tal como fue señalado por ambos curadores, los llevó a utilizar otro modo de aprehender los fenómenos artísticos mediante la más flexible noción de vecindad. Entendida no tanto como un concepto clasificatorio, sino más bien como una forma de indagar la proximidad de los otros a partir de su heterogeneidad (relativa a las variadas marcas de origen), pluralidad (vinculada a la diversidad de rasgos comunitarios) y diferencia (relacionada con la alteridad respecto a lo que no se puede comprender cabalmente). En otras palabras, una noción que les permitió no sólo realizar un trabajo de diagnóstico bastante amplio del arte regional –si se juzga por la cantidad de obras registradas en el catálogo– sino desbordar la estrecha mirada que se plantearon inicialmente cuando hicieron la propuesta de hacer el salón como un homenaje al artista pamplonés Eduardo Ramírez Villamizar y su trasnochada herencia desde el modernismo abstracto.

Ø  Región imaginada / Voces. Acciones. Silencios. (12 SRAZO / 2007)

Podría decirse que la siguiente investigación curatorial, realizada bajo el título de Región imaginada. Del límite a la fragmentación del territorio (Oscar Salamanca, Elizabeth Garavito, Ricardo Rivadeneira, Alberto Camacho y Luis Alberto Carrillo), ahondó en la fragilidad conceptual de querer capturar en un todo ordenado los movimientos culturales de las zonas geográficas incluidas en esta región. Algo que puede leerse en los tres textos publicados como reflexión y memoria del proceso curatorial, titulados En busca de una región imaginaria (Alberto Camacho, Ricardo Rivadeneira y Luis Alberto Carrillo), Una mirada al 12 SRAZO desde sus ejes curatoriales (Elizabeth Garavito) y Región imaginada: una curaduría provocada (Oscar Salamanca), donde se evidencia una conciencia agudizada de la desigualdad de oportunidades que hay entre los artistas de la zona oriente, no sólo por el hecho de que algunos de ellos no hayan tenido acceso a los intercambios culturales suficientes para ser considerados miembros de una comunidad artística arraigada en los paradigmas contemporáneos, sino porque las tensas relaciones binacionales han establecido una gran distancia entre los diversos lugares de la zona oriente.

A este respecto, mientras la cuestión de la relación de los artistas regionales con las prácticas y los lenguajes contemporáneos habrá de suscitarse una y otra vez al interior de las dinámicas existentes entre los centros y sus periferias, la cuestión sobre la legitimidad de la idea de los binacional en el programa de los SRAZO podría considerarse como algo mucho más apremiante para este contexto. Sobre todo si se trae a colación la objeción chovinista planteada por alguno de los miembros de Región Imaginada, relativa al uso de recursos públicos colombianos en la financiación de proyectos extranjeros. Una controversia tan maluca que, en retrospectiva, explicaría por qué se formó, a modo de reacción, otro grupo curatorial paralelo, denominado Voces. Acciones. Silencios. (Carmen Ludene y Juan Ojeda), y por qué los artistas tachirenses decidieron participar por unanimidad en éste. Y es que, a diferencia de Región Imaginada, la propuesta de los venezolanos se concentró no tanto en indagar las representaciones fragmentarias de la zona oriente, sino más bien en articular una estrategia creativa, el libro de artista único, para abordar estéticamente la noción de frontera: ya fuese como línea de exclusión, en la que se enmarcan las acciones político-administrativas de los diversos actores sociales, o como espacio poroso de circulación de prácticas y discursos, en el que se legitiman las críticas hacia el trazado continuo de las lecturas institucionales de turno.



Ø  De aquí y del otro lado (13 SRAZO / 2009)

Sobre el proyecto De aquí y del otro lado, curado por Germán Toloza y Edward Velasco, habría que decir, a manera de elogio, que ha sido el único en vincular la totalidad de la zona oriente mediante una selección de trabajos enmarcados en las nociones de cuerpo, paisaje, espiritualidad y política. Un conjunto de obras incluidas en una exposición que recorrió las ciudades de Bucaramanga (Santander), Cúcuta (Norte de Santander) y San Cristóbal (estado Táchira / Venezuela), y que en el simple hecho de trasladarse supo ilustrar la reflexión hecha por Toloza en su texto, Oye, ¿qué habrá del otro lado de la montaña?, acerca de la vigencia de la imaginación artística en el proceso de proyectar mundos posibles a partir de fragmentos de realidad. Algo así como un elogio a la mímesis poética, en la que la experiencia de lo concreto va transformándose paulatinamente, bajo las modalidades de los enunciados hipotéticos –¿qué pasaría si…?–, en distintas formas de habitar y comprender el mundo.

Sin embargo, y a pesar de los aciertos, habría que mencionar también que, a pesar de la capacidad artística de proyectar simbólicamente escenarios distintos a los determinados por las estrictas fronteras político-administrativas binacionales, existen diversos factores que han generado agudas restricciones legales para la consolidación de este salón como un “encuentro de frontera”. El caso más elocuente tiene que ver con la inexistencia de un mecanismo entre Bogotá y Caracas –como podría ser un convenio interestatal– para el paso de las obras desde Cúcuta hasta San Cristóbal. Decir esto parecerá extraño, pues cualquiera podría suponer que esto es algo que ya debería estar dado; pero la verdad es que, dadas las dificultades para establecer mediaciones legales desde el periodo Uribe-Chávez, aunadas al hecho de que, en el año 2009, el apoyo financiero para la realización del 13 SRAZO vino de los funcionarios de un gobierno estatal en manos de la oposición al chavismo, era más que improbable conseguir el aval directo desde Caracas para la realización de este “intercambio cultural”. Por este motivo, se llegó a la conclusión de que lo más pragmático en tales circunstancias era pasar las obras de agache hasta San Cristóbal, y esperar –aun cuando se contara con el aval del gobierno del Táchira– a que esto no generara ningún tipo de conflicto respecto a la presunta violación de la “soberanía” venezolana.

Ø   Caminos Reales / Zapping (14 SRAZO / 2011-2012)

Antes de hablar de la dinámica curatorial de este salón, valdría la pena señalar que esta versión contó nuevamente con dos curadurías: Caminos reales (Susana Quintero, Luis Brahim y Carlos Torres) y Zapping (Nicolás Cadavid y Martín Camargo). No obstante, y a diferencia de lo ocurrido en el año 2007, esta vez no se dio a modo de protesta, sino debido a que el Ministerio de Cultura distribuyó diez becas de investigación curatorial entre las siete zonas establecidas administrativamente. Así, gracias a esta disposición legal, la zona oriente contó con dos proyectos distribuidos de la siguiente manera: uno, orientado a la indagación de la noción de movimiento como forma relacional de establecer vínculos entre los habitantes de la región (Caminos Reales) y otro, orientado a indagar sobre las diversas formas de producción y circulación de los procesos artísticos regionales a partir de una estética de la fragmentación de las imágenes, las ideas y la información (Zapping).

En términos generales, y tratando de unificar los resultados conceptuales de ambas investigaciones, podría señalarse que en la zona oriente existen varias similitudes de producción que no pueden retrotraerse a influencias unilaterales de algunos artistas sobre otros o a algún posible grupo que tenga una incidencia conceptual sobre sus miembros, sino más bien a una forma compartida de entender el arte desde conceptos tal vez anacrónicos, pero actuales en la práctica. Es decir, comprensiones normativas sobre lo que debería ser el arte, cuya singularidad ha venido configurando lugares de libre interpretación respecto al arte producido, empaquetado y distribuido desde los centros artísticos colombianos y latinoamericanos. En este sentido, podría hablarse de cierta resistencia estética, que se traduciría en el deseo de parodiar las modas artísticas del arte contemporáneo, a favor de una exuberante reivindicación de la materialidad de las obras de arte. Algo que en esta versión del salón pudo verse ejemplificado especialmente en los trabajos de Milton Afanador, Osvaldo Barreto, Alberto Borja, Amparo Cárdenas, Gabriel Castillo, Arnulfo Medina, Emel Meneses, Annie Vásquez y Diana Villamizar.

Ø  Zonar. Estar en situación. Perforar el contexto / Este: coordenadas itinerantes (15 SRAZO / 2014-2015)

Aunque aún es muy temprano para evaluar las estrategias curatoriales de ambos grupos de investigación, y más cuando no se han presentado a cabalidad los resultados de la investigación de Este: coordenadas itinerantes (Catalina Acosta y Jerónimo Duarte), lo que sí pude señalarse es que el contraste que hay entre esta última, más centrada en cuestiones micro-políticas, y la investigación de Zonar. Estar en situación. Perforar el contexto (Henry Buitrago, Miguel Gélvez, Walter Gómez y Óscar Salamanca), con su clara orientación hacia lo macro-político, radica en la forma en que han asumido la condición semántica de las obras de arte. Así, y con el riesgo de caer en generalizaciones apresuradas, podría decirse que la curaduría de Acosta y Duarte se orientó más hacia la selección de trabajos relacionados con los problemas de construcción del cuerpo y la vida del artista desde lo que podrían denominarse representaciones y relatos hegemónicos, tal y como puede verse en los trabajos de Camila Bretón, Andrea Rey y Sebastián Sanabria. En cambio, sobre la curaduría de Buitrago et. al, puede decirse que se privilegiaron obras más cercanas a las relaciones que hay entre los individuos y las comunidades con las dinámicas del Estado colombiano y los procesos de globalización, tal como puede verse en las obras las de Rosa Delia Duarte, Jaime Martínez y Gladys Méndez. ¿Qué cuál de los dos enfoques es mejor? En realidad, ambos se complementan bastante bien, pues, de algún modo, retornan a lo que en su momento quisieron hacer Cristancho y Villamizar con el 11 SRAZO: presentar de forma ampliada los procesos creativos de la zona oriente.


Martín Alonso Camargo Flórez





REFERENCIAS

·         A. V. 40 Salón nacional de artistas / 11 Salones regionales de artistas (2006). Bogotá: Ministerio de cultura de Colombia.

·         A. V. 12 Salones regionales de artistas (2008) Bogotá: Ministerio de cultura de Colombia

·         A. V. 13 Salones regionales de artistas (2010) Bogotá: Ministerio de cultura de Colombia

·         Caminos reales. De la red vial a la red virtual / 14 Salón Regional de Artistas Zona Oriente. Véase el siguiente link: [http://caminos-reales.blogspot.com]

·         Este: coordenadas itinerantes / 15 Salón Regional de Artistas Zona Oriente. Véase el siguiente enlace: [http://www.estesaloneste.com/]

·         Zapping / 14 Salón Regional de Artistas Zona Oriente. Véase el siguiente enlace: [http://zappingcuraduria.weebly.com/zapping.html]

·         Zonar. Estar en situación. Perforar el contexto / 15 Salón Regional de Artistas Zona Oriente. Véase el siguiente enlace: [http://sazonar15.blogspot.com/]



[1] Las regiones mencionadas son las siguientes: Región Caribe (Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, Guajira, Magdalena, Sucre y San Andrés y Providencia), Región Centro (Cundinamarca y Boyacá), Región Centro Occidente (Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío), Región Orinoquía (Amazonas, Arauca, Caquetá, Casanare, Guainía, Guaviare, Meta, Vaupés y Vichada), Región Pacífico (Cauca, Chocó y Valle del Cauca) y Región Sur (Huila, Nariño, Putumayo y Tolima) y la ya mencionada Región Oriente.

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“Uno está tan expuesto a la Crítica como a la gripe“
Friedrich Dürrenmatt (1921-1990), escritor suizo

¿Que Ud. no importa en el Salón Regional de Artistas?
¿Qué Ud. no es público?
La investigación curatorial 15 Salones de Artistas-Zona Oriente, “Estar en situación, perforar el contexto” a cargo del colectivo Cuatro Cubos Crudos, BUSCA la crítica de la región sin importar si es artista, conocedor o transeúnte desprevenido. 
Se convoca a escribir textos críticos que aborden el salón regional mediante  consideraciones, tópicos, enfoques, cuestionamientos, argumentos e ideas que permita en el formato de un ensayo, acercamientos, diagnósticos y estados del arte de la zona oriente.  
Se podrá tener en cuenta además de las obras expuestas, los ejes de investigación y su pertinencia con la región, las incidencias institucionales dentro de la gestión, las políticas culturales como activación y apropiación regional, textos curatoriales del Salón en cada una de sus sedes y los demás que consideren los participantes
Textos náufragos surge como una estrategia alrededor de la analogía de la balsa de la medusa de Géricault y como espacio de discusión, diatriba y  producción textual.
Los textos náufragos no pueden superar las 2 mil palabras en idioma español y en Word, fuente Arial a 12 puntos.
Los textos seleccionados por los curadores del salón harán parte de una publicación impresa que recogerá todas las incidencias y memorias de este 15 Salón Regional de Artistas.
Con todo esto Ud. Sí importa en el 15 Salón Regional de artistas y Ud. Sí es público.


QUIENES PUEDEN PARTICIPAR 

o Pueden participar estudiantes de artes, espectadores ocasionales y atentos, curadores de museos y de casas de cultura, artistas plásticos y visuales, filósofos, críticos e historiadores del arte, escritores  y cualquier ciudadano que se dé  a la tarea de generar un texto crítico coherente con la importancia e incidencia del Salón Regional de Artistas Zona Oriente dentro de las prácticas artísticas  de la región.

QUIENES  NO PUEDEN PARTICIPAR 

o El cónyuge o compañero permanente y las personas naturales que tengan vínculos de parentesco hasta el segundo grado de consanguinidad, segundo de afinidad o primero civil con los servidores públicos de las instituciones y personas organizadoras.
o Empleados o servidores públicos del Ministerio de Cultura o la Fundación Arteria.
o Empleados o servidores públicos de la Secretaria de Cultura de  Santander, Secretaria de Cultura de Norte de Santander y servidores públicos del Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga.

ESTÍMULOS A LA CREACIÓN 

Se otorgará los siguientes estímulos económicos a la creación
Un (1) primer estímulo a la creación de $1.200.000
Un (1) segundo estímulo a la creación de $ 800.000 
Dos (2) menciones de honor, estímulo a la creación de $500.000
Los premios se podrán declarar desiertos, si la calidad de los escritos no llegará a ser coherentes y pertinentes con la intención de la convocatoria; de tal forma que la curaduría o el jurado de selección podrán habilitar la modalidad de invitación a investigadores, críticos y comunidad en general. 
CONDICIONES DE PARTICIPACIÓN
Las propuestas deben de ser enviadas por correo electrónico hasta el día 21 de julio de 2015 a las 12 de la noche, al correo sazonar15@gmail.com 
El texto deberá utilizar fuente Arial 12 y dos mil palabras (se pueden anexar documentos, fotografías y reseñas bibliográficas que no formaran parte del texto concursante)
Los textos seleccionados harán parte del acervo literario crítico de la curaduría “Estar en situación. Perforar el contexto”. Se realizará una publicación impresa con estos documentos, motivo por el cual las personas que participan de la convocatoria ceden  los derechos de reproducción y divulgación de todo el material (textos, imágenes, otros) que se allegue. En un evento protocolario se darán a conocer los ganadores. La entrega del material impreso se realizará en fecha posterior. Se publicaran los textos seleccionados en el blog del salón. www.sazonar15.blogspot.com 

Mayores informes: 3124590320/3216307692



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